Hace ya más de 20 años, en una tarde de comienzos de otoño nublada y lluviosa a ratos, impartí mi primera clase de ELE (Español como Lengua Extranjera) en las aulas del Instituto Cervantes de los Países Bajos. Pero mi primer contacto real y serio con la enseñanza ELE y la lingüística aplicada al aprendizaje de segundas lenguas fue el año anterior, en el curso 1996-1997, concretamente en la Letteren Faculteit Utrecht donde estuve como estudiante Erasmus. Y esa primera toma de contacto fue de la mano del profesor P. Jan Slagter, mi tutor allí, a quien tuve el lujo de ayudar torpemente en algunas clases con la corrección de errores. Por entonces el profesor Slagter ya tenía establecido el feedback a los alumnos mediante correo electrónico y con los estudiantes en el aula, algo que nos sorprendió, tanto a otra compañera española que también estudiaba allí como a mí: en la Facultad de Letras de Granada apenas se estaban empezando a usar los ordenadores en la biblioteca y en una sala de estudiantes, creo recordar.

Al siguiente curso, después de acabar la carrera, estuve trabajando en una escuela de español de Amsterdam y para el Instituto Cervantes de Utrecht, donde el año anterior había hecho mi prestación social sustitutoria. Mis primeras clases en Holanda las impartí en Spaans taalcentrum El Sur, una pequeña escuela en una barriada de Amsterdam cuyos principales atractivos por entonces eran dos: el aspecto de la academia, con fotos y decoración estilo casa-cueva albaicinera; y el tan peculiar por entonces propietario, un granadino de Guadix quien -por supuesto- se llamaba Torcuato y tenía su casa accitana en el barrio de las cuevas. Hoy no sé si sigue al frente, pero la escuela sigue.
En el IC de Utrecht tuve la gran suerte de realizar la prestación social soñada por mi, ya que pasé por casi todos los departamentos del centro, desde actividades culturales a biblioteca, conserjería, secretaría de dirección y, claro, por el departamento de español, lo que me permitió conocer la institución a fondo en esos tan intensos 18 meses de mi vida. Hice algún curso de formación y un curso en programación html, así que mi metodología docente está muy vinculada a Internet y al uso de las nuevas tecnologías desde un primer momento.

En el año 2002 regresé a España. Como durante los veranos de esos años holandeses había estado también trabajando en algunas escuelas ELE de Granada, no me resultó difícil comenzar a dar algunas horas en varias escuelas. En 2003 me enteré de la convocatoria de una bolsa de trabajo como profesor de español en el Centro de Lenguas Modernas de la Universidad de Granada. Eché la solicitud, me llamaron para una entrevista personal y a los pocos días los resultados: quedé el número 13 de la lista (siempre me dio suerte ese número; la taquilla que tengo en la sala de profes también es la 13, y hoy que reescribo este texto mi hijo cumple 13 años) y al poco tiempo tuve mi primer grupo. Y hasta hoy. A medida que fui ganando docencia en mi trabajo y pude tener horarios más regulares, retomé el uso de las herramientas digitales en mis clases, dedicándome ya a ello de manera continua desde 2007. He impartido talleres y cursos de formación en TIC entre el profesorado de mi centro, para grupos de docentes ELE en varios países y en el Curso de Formación de Profesores de Español.
Mis intereses educativos actuales están encaminados a la creación de materiales digitales para ELE, a reflexionar sobre el uso y abuso de las redes sociales, y a la digitalización docente. Además, y vinculado a una de mis áreas de interés personal, la poesía, me gustaría avanzar en la creación de material digital para las clases de literatura, asignatura de la que también soy profesor. Me gusta viajar, y cada vez disfruto más de mis excursiones gastro-culturales, de las cuales también obtengo recursos para crear más materiales. También me gusta el cine y la música, tanto en mi tiempo libre, como para la creación de materiales para el aula, lo que también hago en mi «tiempo libre». Y lo hago porque me encanta, como me encanta enseñar. Pero como más disfruto es adquiriendo nuevos conocimientos y formándome, que es lo que he hecho desde que tengo recuerdos: aprender, y seguir aprendiendo. Por eso hace tan solo dos semanas, en mis vacaciones y antes de reincorporarme a mis clases a pleno rendimiento después de casi dos años de baja por varias intervenciones quirúrgicas, lo dediqué a asistir al curso de Formador de formadores que el Instituto Cervantes organizó en Alcalá de Henares, el lugar de nacimiento de nuestro autor más universal: Miguel de Cervantes.

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